Aparecen dos nuevos protagonistas de esta historia. Llegan desde España con la idea, a propuesta de Rubio, de devolver las dos motos a Cali. Ganas de aventura. Antonio Lleo con experiencia en el Dakar y Mark Verney. El plan es ir con las motos hasta Cali en un viaje de cinco días.

Pero problemas administrativos con la documentación de las motos y algunas muestras de fragilidad en una de ellas, abortan el proyecto. Los dos volvieron a Madrid a su casa y las motos se quedaron solitas en Lima.

Dicen que cuando se cierra una puerta otra se abre.

Y es así como desde Cali, Carlos Rubio contacta con Pere Trullas. Pere es un tipo para el que la palabra “imposible” parece no formar parte de su vocabulario. La suele cambiar por un “cap problema”. Experto viajero, motorista de raza y optimista, se presenta en Lima con cuatro colegas con la idea, esta vez sí, de llevar las motos a Cali. Así que se formó una divertida y a su vez resolutiva expedición formada por cinco tipos contentos, las dos motos abandonadas en Lima, más una tercera moto y un coche alquilados en Perú.

El grupo lo forman Pere Trullás de Matadepera, al que Carlos Rubio conoció en Formentera.  Aureli Badia de Terrassa, un gran tipo, fuerte y buen navegador. Juli Adam (Manresa) agente y amante de deportes de riesgo. Esteve Fito (Caserres) propietario de una empresa de embutidos y Toni Ribo “el nen” de Galera y jubilado.

Durante ese viaje en dirección a Ecuador, Esteve sufre un accidente sin caer de la moto, se rompe la pierna al norte del Perú y tiene que volar a Barcelona. Así que la expedición queda reducida a tres motoristas y el nen conduciendo el coche de apoyo.

Milagrosamente cruzaron desde Perú a Ecuador sin la documentación de las motos que perdieron no se sabe dónde. Desde allí a Colombia. Se toparon con una manifestación en la famosa Panamericana, habitual en estos lares llamada “Paro Indígena”. No tocaba otra que dar la vuelta para Bogotá a través del “Trampolín de la Muerte”. Dicho y hecho